Este ha sido el repetitivo comentario que he escuchado de dos mayores de edad, bastante críticos por como se constituye el Chileno medio, ese que no espera mas que otra cosa que una pasividad en su vida por los siglos de los siglos, que no arriesga para no perder lo que se tiene ahora, que solamente vive del pasarlo regular o “mas o menos”, porque si se encuentra “bien” dice que se le va a pasar.
“Y el chileno es flojo, esa es su naturaleza, y es que es muy mala la raza”, me decía don Carmelo Bustos, gran maestro instrumentista de vientos guru del jazz chileno, profesor de varias generaciones de músico que dicen haber sido bendecidos por dios por haber tenido un profesor y sensei de esas características. Don Carmelo se jacta sobre el chileno medio porque el también lo es, nacido y criado en Lota, de siempre vio como algo totalmente lejano ser músico y vivir de ello, y menos aun tocar trompeta en una big band. Hoy, critica al chileno desde la altura que lo ha elevado el esfuerzo y la constancia, características, según dice el, que no están dentro del código genético del chileno, “basta con que pillen una formula para que la reiteren hasta la saciedad, sin innovarla y mejorarla todos los días”. Hoy con sus ochenta años continúa estudiando y perfeccionándose y eso que ya es un maestro consagrado.
Con don Fernando Farias me siento totalmente identificado, tal así, que yo mismo haré de él cuando era un “lolo” veintenero, pero eso es otro cuento y no viene al caso. En nuestras largas conversaciones telefónicas y en Stgo el tema recurrente era criticar al chileno. Y es que nos generaba un malestar estomacal esa arrogancia tan ordinaria que hoy tiene el chileno con esa parada de “país desarrollado”, siendo el dios dinero el motor para todas sus acciones, sean honestas o no. Casos divertidos me comentaba de la cara de sorpresa de alguna ejecutiva o secretaria de un canal televisivo cuando el les contestaba que vivía en Maipú, “es que no entiendo esa tontera oh de que cuando te va bien tení que irte a vivir donde viven los que les va bien, pa’ allá pa’ arriba en esos barrios donde viven la clase media alta”, me decía con una rabia por esa ansia de apariencia que tiene el chileno. “Oye si el otro día un tipo que me conoce me invito a su casa, lo primero que me mostró fue que como con un interruptor abría y cerraba las cortinas y hacia burbujear una piscina…que mierda me interesa esa wea”, para contarme esto, el se detenía en medio de la calle y lo expresaba con su elocuencia característica. “Todos es plata pal chileno, es común eso de que grupos de amigos se pelean por plata, compañeros de trabajo se pelean por plata, antiquísimas bandas de nuestro país se pelean por plata, por los derechos de las canciones y hasta por quien fue el mate huea que se le ocurrió el nombre. “¿Por qué tanta gente envidiosa y codiciosa por la miercale?”
Tomás Utillano