Yo tuve la mejor polera, la mejor de la tienda más dulce.

En el 2000, Yo me compré una polera negra, con cuello y botones hasta el pecho, con la figura de un negrito que bailaba zamba en el costado izquierdo, y con ese tamaño perfecto que sólo puedes encontrar en la ropa usada.
Yo quise tanto a esa polera que recién hoy -10 de Octubre del 2007, 7 años después de comprarla- he decidido renunciar a ella. No porque este deteriorada, o fea, o vieja. Simplemente porque está agonizando, y me duele verla así.
Lo decidí el miércoles, cuando me la puse para ir a trabajar. Recuerdo haber pensado antes de salir “puta que esta vieja esta polera”, pero no le di importancia. No me la ponía hace tiempo, y al caminar ya dejaba entrever su cansancio. El cuello esta lacio, los botones ya no cierran…y de manera triste, el negrito zambero ya no baila. No exagero que esa polera me acompañó en todas. Desde la primera vez que me fui solo de vacaciones con una polola hasta el último viaje con los aflochis al Elqui. Y siempre cumplió.
Al fin y al cabo, quién no ha tenido una prenda de ropa que se niega a botar, pero que tarde o temprano deshacerse de ella se torna inevitable. Snif.

Felipe