Tito Matamala y de cómo conocí al creador del verdadero Skywalker

Creo que la mejor forma de medir la prolijidad de un libro es cuando te hace decir “que ganas de haberlo escrito yo”. Tito Matamala, escritor chileno y autor de libros como “El Manual del buen Bebedor” y “Hoy recuerdo la tarde en que le vendí mi alma al diablo (era miércoles y llovía elefantes)”, es uno de ellos. Realmente sus libros son recomendables, perfectamente escritos y al mismo tiempo de fácil lectura. Hoy se desempeña como docente de la Universidad de Concepción, ciudad donde vive. Periodista, Editor literario y columnista del diario El Sur de Concepción. Se ha desempeñado en el canal de televisión de la Universidad de Concepción (TVU), y como profesor de Redacción Creativa de la Universidad del Desarrollo.
Me comuniqué con Tito (me pidió que lo tuteara) y después de explicarle los fundamentos aflochianos, armándome de valor, le pedí que nos diera una pequeña entrevista (vía mail). No soy periodista…pero me tomé la licencia de crear las preguntas que –me imagino- nos pudiesen interesar a todos. Bueno….señoras y señores, con ustedes: Tito Matamala.

¿Cuál es tu percepción de la flojera? En el amplio sentido de la palabra.


Me considero un flojo astuto y afortunado, porque la vida me permite pasar varios días tirándome las bolas en el encierro de mi departamento. Es más, necesito de la flojera en mi oficio, esa facilidad de no rendirle cuentas a nadie por mi tiempo, ni a mí mismo. De vez en cuando, eso sí, me entra el cargo de conciencia por tanto flojerismo desatado, y trato de agarrar el teclado de nuevo, responder correos o preparar comida. Para peor, he logrado que mi casa tenga mucho más entretenimiento que el que puedo disfrutar. Aun cuando los días tuviesen 30 horas, no alcanzaría a ver las películas, a leer los libros y a jugar con todos los juguetes que tengo aquí.

Antes de contactarme con Usted, leía su comentario de las muletillas en televisión ¿Cuál es su opinión de la televisión, como medio de comunicación actual?

El texto de las muletillas es parte de un libro que escribo sobre la Tv, que podría llamarse algo así como “La televisión envenena el alma”. Intento desmenuzar todos los vicios y errores monumentales que se comenten a diario en los noticieros de tele, y preguntarme cómo es que esos inmensos equipos de profesionales que laboran allí no los descubren. O si los descubren, por qué al día siguiente se repiten a la misma hora y en el mismo canal. Tema largo y cansador. La tele, en todo caso, refleja con precisión a la sociedad chilena: somos tan torpes, vacíos, iletrados e inútiles como un noticiero televisivo. El promedio es perfecto, Chile es así.


¿Qué música suele escuchar?

Música, poco, o nada. Apenas un poco de tango, algo de corridos mexicanos (no es talla), y ya. No le tengo paciencia, la música me distrae, y escucho sólo cuando estoy armando aviones a escala.


En la extensión de su obra literaria existe un común denominador: el trago. ¿En su vida cotidiana este juega alguna importancia particular?

Estoy retirado de las pistas, colgué el hígado el 2 de abril de 2004. Ahora soy un bebedor social, apenas un pisco sour y una copa de vino de vez en cuando. Antes, mi trago favorito, mi gran amor, era el whisky seco. Harto. Agrego que el copete es transversal a todos mis textos, porque coincidía con mis estados de ánimo. Ahora, escribo así no más, a secas. Quizás qué irá a resultar, capaz que tenga que dedicarme a otra cosa, a trabajar, por ejemplo.


Quizás lo que más me conmovió de su libro “Hoy recuerdo la tarde en que le vendí mi alma al diablo (era miércoles y llovía elefantes)” fue la cercanía de sus personajes; lo asimilables que parecían. Como si los conociera. ¿Estos individuos están generados a partir de experiencias reales y propias?

TODOS, todos los personajes de mis libros son gentes que conocí, amigos a quienes les he robado el alma para que llenen mis libros, y por fortuna no se enojan, hasta se siente bien así y unos me lo agradecen. Lo que he hecho hasta ahora, incluso en la más disparatada de mis historias, es deformar anécdotas que me ocurrieron, exagerarlas, transformarlas en metáforas. De vez en cuando cambio un poco los nombres, por ejemplo, “Pancho Skywalker” es Francisco Martinic, un compañero de curso que actualmente vive y trabaja en Chillán. La mujer de la lluvia de la primera novelita es… no te lo voy a decir.

Dentro de nuestros miembros y colaboradores existen estudiantes de periodismo y personas que estudiaron esta carrera. Alrededor de un año escuchaba una declaración suya en donde decía que esta profesión es fácil, y que más bien debería denominarse ‘oficio’, pues la práctica permite desarrollar el verdadero talento periodístico ¿mantiene esta postura? ¿Por qué?

Claro, a mi juicio el buen periodista es un buen contador de historias. A veces eso no se aprende en la universidad, sino que es un talento innato reforzado por mucha lectura de literatura en la vida. Pero ahí ves tú lo difícil que es fomentar la lectura entre los estudiantes que quieren sacar la carrera para ser estrellas de televisión.

*En este sector existía una pregunta que ha sido omitida por las constantes críticas que recibió...marditos!

Felipe