La Situación incómoda

En miles de ocasiones uno anda feliz, contento, riéndose. En otras, uno puede estar cansado, opacado, con ganas de sólo dormir. Incluso, de vez en cuando hasta de ir de visita donde una tía densa, pero que sus onces son únicas. Uno anda caliente, podí patiar la perra, paviendo, con ganas de hacer destrozos...todo. Miles de estados. Pero la peor de todas las estaciones humanas son las situaciones incómodas. Cuando uno está tenso, de transpiración fría, conciente de que algo malo se viene. Como si cualquiera de nosotros hubiera pactado una pelea con Mike Tayson y hoy fuese El Día. En 2 horas más.

Yo me ponía así cuando mi vieja estaba en las reuniones de apoderados en el colegio. Sabía, con total seguridad que se venía el castigo. Tres semanas sin salir, un mes sin salir, un semestre sin salir (como una vez ocurrió). Trataba de hacer el dormido antes que llegara, pero imposible de creer, porque llegaba como a las 20.15. Otras, me hacía el que estudiaba, pero era eterno, porque como no sabía a que hora iba a llagar, me quedaba con el cuaderno arriba de la cama. Al final, sólo hacía dibujos sin sentido.

Estar así es lo peor. A todos nos pasó alguna vez ir por primera, segunda o tercera vez a la casa de alguna polola y sufrir el repentino deseo de desembarco. El intestino hace su llamado crujiente y hasta ahí llegó la cosa. Corre la gota helada, evitamos las risas, cualquier movimiento brusco corre peligro de terminar en un movimiento fétidamente café. Nada qué hacer. Pedir el baño no es nada, pero demorarse 7 minutos ya dice todo. Porque el desodorante podrá quitar el olor, pero ¿qué estuviste haciendo todo ese rato ahí dentro?. Cualquier supuesto sería vergonzoso. No vale la pena explicarlos. Además el clima tibio que uno deja confiesa todo.

Dejo la pelota boteando para que cada uno cuente alguna experiencia incómoda. De esas que por ningún motivo te sacarían una sonrisa en ese momento. Esas que lo único que inspiran es una cápsula que nos desaparezca de inmediato.

Juegue....

Viofla.