
Odio (sí, aunque suene fuerte) a un tipo de periodista joven que ha comenzado a surgir desde que apareció el hiperventilado de Sergio Lagos. Lo reconozco, cuando estaba en el canal 2 con Dinamo yo le amaba, especialmente con ese bigotito. Hasta que llego la fama, realitys, basement, karla constant, nicolle, un invento llamado marciano que se supone toca música y el punto culmine, el festival junto a Myriam…además de miles de portadas en revistas tipo Cosas, eventos socialites al peo, auspicio de marcas, es decir saturando el mercado con Lagos. Y obviamente la gente comenzó a hablar de este fenómeno, el periodista “alternativo” cool, que usa converse (otra cosa que odio porque hasta mis converse pasan a ser populares o signo de alterno) que comenzó en el canal schico hasta que la maquina, llamada Canal 13 y el no menos freak Nicolás Quesuille, creador de los realitys en Chile, lo convirtieron en el monstruo que es hoy. Lo peor vino cuando me lo tope frente a frente, en un concierto de un dj, con su pinta cool y con anillo en el meñique, completamente curao y joteando, con una piscola en mano casi vacía de tanto que botaba al suelo. Y ahí me di cuenta, ese niño de bigotitos murió, se convirtió en lo que nunca quiso ser, porque yo se que en el fondo el extraña aquellos días.
Y apareció ahora Ignacio Franzani, un tipo con peinado a lo beatle (mas mata pasiones por favor), y una capacidad de hablar sin pause, sin errores como si tomara una sola vez aliento y pudiera hablar miles y miles de horas de datos freaks e inútiles de música en vez de tocar de una vez la puta canción, todo para hacernos saber que el si sabe de música, además de ser un chico fashion pork la mina le hace sus camisas y usa solo ropa vintage, pero no de esa que se compra en la ropa americana llena de pulgas y polvo, si no en nostlagic o alguna de esas donde le dan ese toque cool. Mas encima ahora lo remplazaron en las noticias de via-x por un clon de el, pero rucio, o sea se están reproduciendo igual que los gremlins…
Estoy llena de odio, lo se
Saludos cordiales, renita