Cuento
Roberto Geliades no tiene donde pensar. Sus hijos lo molestan, sus deudas lo agobian, su mujer lo explota. Sencillamente, no imagina un peor lugar para estar en estos momentos.
Roberto esperaba algo más de la vida. Tenía sueños, metas, pero mas importante aún, tenía ganas. Hoy ya no las tiene, y sin ellas la tarea parece difícil.
Ya ni recuerda la primera vez que lo usó. Fue un día gris, cuando Roberto -casi sin pensarlo- se detuvo en el aparato. Estaba escondido en una repisa y cuando quiso sacarlo, casualmente derribó una figurilla de mármol que su esposa cuidaba religiosamente. Los retos y gritos de la mujer no tuvieron impacto en Roberto. Estaba absorto, ido. Lo tomó, lo observó y sonrió. ¿Cómo fue posible que ante su vista distraida el arminículo pasara inadvertido durante tanto tiempo?. La cabeza pequeña del hombre se ensachaba cada vez que lanzaba el aparato hacia una de las paredes. La sonrisa era mayúscula. Alguien que lo hubiese visto diría que Roberto parecía un niño.
Al menos, se sentía como tal.
Desde aquel día, Geliades observa, juega y sonríe a escondidas; su secreto esta bien guardado. Se siente contento y cada día, cuando no tiene donde pensar, se dirige al baño, desplaza la tapa, baja sus pantalones, se sienta -como si realmente sintiera ganas de cagar- y hace aparecer su dado. 'El dado mágico', como suele llamarlo.
Felipe
3 Comments:
puta yo tenia esa wea...pero ahora no tengo idea aonde esta...seguramente debe estar escondio en el baño...la verda nose...weno el cuento..porque no se puso el autor??..pfff..no cacho.
Alvaro.
no caché na.
ale
el loco se fumaba un paragua de la Huasco antes de jugar con la figurita??
POZZI
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