Nadie quiere cocinar...

Si hay una cosa que detesto es tener que cocinar para poder comer. Me quita el hambre tener que prepararme el almuerzo o cualquier comida (entiéndase por comida, algo que se necesita tenedor y cuchillo para ingerir). No me gusta tener que picar ingredientes, pelar, freír, dar vuelta, ver la hora, esperar que hierba, etc. Pero me encanta comer. No sé si me explico.
Debo reconocer eso si, que cada vez que me preparo algo, queda como a mi me gusta, el punto exacto. Pero comparando la energía ocupada por la satisfacción recibida, la contienda es desigual. Prefiero comer algo que no es tal cual como lo hago yo, pero sin haber movido un dedo. Rico, llegar, sentarse comer y pararse. (Prefiero lavar los platos que cocinar).
Lo ideal obviamente es poder disfrutar algo rico y sin ayudar. Por eso en los restaurantes se cobra. Por no esforzarse para conseguir algo que nosotros mismos podíamos hacer, pero con trabajo. Esa es la clave del precio.
En definitiva, no me gusta el concepto (en ningún ámbito) “Si cuesta más se disfruta mejor”…¡¡mentira!!, pero de esas mentiras falsas. De la onda del viejo pascuero y del viejo del saco. Una comida sin esfuerzo y rica no tiene comparación

Pablo Otaíza