QUÉ LATA. QUÉ FOME...

Hace un par de días estaba sin nada, pero nada que hacer en la pega, así que tomé el periódico pa hacer el puzzle, que siempre salva del aburrimiento. Entre las putas 50 o 60 páginas del diario no encontré nada, cero puzzles, pero sí había un usaku, usoku, kisaco...no sé cómo se llama, pero es ese juego (si se puede llamar juego) en que hay que ordenar y rellenar con números una tabla, pero sin que se repitan en una misma fila o que no...naaa, ya toos cachan cuál es. Fome la wea.

Peor era lo único que podía sacarme del aburrimiento, así que empecé a hacerlo. No más de cinco segundos y chao, a la basura....qué weá más latera y desabrida que ese juego. Los números nunca fueron un juego para mí, al contrario, siempre los consideré una tortura, una manera de castigo, una venganza. Nunca jugaría con unos, sietes y nueves....NUNCA.

Lo aburrido del juego me llevó a pensar en otras cosas que pueden ser, incluso, más lateras, como escuchar a una legionaria de Cristo contándote su fin de semana largo. O las entrevistas (y los entrevistados y el entrevistador) de Alfredo Lamadrid; o cualquier programa del MEGA, o un poema de Gabriela Mistral; o viajar en la micro a la U con caña; o que se corte la luz de la casa y que más encima esté lloviendo. Escuchar un sueño (cosa que odio...¡no soporto que me cuenten los sueños!); recordar los dibujos animados; bailar sobrio, responder cuestionarios, esperar en la consulta del doctor, hacer filas; encontrarse con algún conocío en el metro, tren o micro; escuchar a alguien sabiendo que lo que te cuenta es mentira, o peor, contándote lo que ya te contó 2 veces. Los efectos de todas estas miserias lo comparo con el somnífero, complicao y latero juego de rellenar con números los espacios vacíos.

Viofla!